Por Alejandro Flores - JCM DF
Durante el esplendor de la civilización romana el
emperador Calígula se caracterizó por su sadismo, excesos y extravagancias.
Entre las cosas más extrañas que hizo se encuentra el hecho de nombrar cónsul
del Senado a su caballo favorito, Insitatus.
Hoy en día la ciudad de Xalapa, capital del Estado
de Veracruz, pasa por algo similar, un grupo de ciudadanos, cansados de la
corrupción de sus gobernantes, han
decidido postular a un gato para la alcaldía.
Más
allá de lo gracioso que pueda resultar el asunto resulta evidente que las
personas no confían en los partidos políticos, los cuales se supone deben
representar los intereses del pueblo.
Los
partidos políticos “electoreros” sirven a las grandes cúpulas del poder, no hay
uno solo de ellos que represente a la clase trabajadora. Si bien es cierto que
hay partidos que se definen de “izquierda” esto es solo en el papel, pues en la
práctica se limitan a reformar el sistema y pretenden dejarlo como está.
Es
por eso que ya casi nadie confía en ellos y prefieren anular su voto dándoselo
a un animal. Esto ha causado revuelo, pues según se dice el gato Morris tiene
más popularidad que la mayoría de los candidatos.
El
Instituto Electoral Veracruzano hizo un llamado a no desperdiciar el voto de
esta manera y el PRI dijo que la campaña del gato es una estrategia en contra
de sus candidatos.
Algo
obvio de todo esto es que la sociedad se está organizando, lo malo es que
muchos no ven más allá de la vía electoral, anular el voto es buena opción como
forma de protesta al sistema electoral, sin embargo esto no afectara dicho
sistema, pues al fin de cuentas ganará quien coaccione más votos.
Más
que pretender protestar hay que intentar cambiar el sistema, organizarse desde
abajo y luchar por cambiar el sistema, por eliminar las viejas estructuras que
no sirven e imponer un verdadero gobierno del pueblo, escogiendo a quien de
verdad sabe escuchar a su gente y no a animales de 2 o 4 patas.
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