viernes, febrero 01, 2013

2 de febrero de 2013. A 41 años de la muerte del comandante Genaro Vázquez Rojas.


Por: Iván Alonso

El 2 de febrero, el 23 de septiembre, el 2 de diciembre, podrían ser otros tantos días del guerrillero heróico. Al pasar de los años pareciera que la muerte de tantos grandes hombres ha sido en vano, pero no es así; han dejado una semilla de dignidad que a nosotros nos toca cultivar. Es nuestro deber darle sentido a sus esfuerzos y vidas, por medio de la continuación de su lucha.

Al fin y al cabo, sabemos que esta causa, que es la de los mexicanos que verdaderamente aman a su patria, no morirá nunca y que finalmente, con los brazos y la decisión de los hombres y mujeres del pueblo de México, saldrá victoriosa por sobre sus enemigos… [Genaro Vázquez Rojas] (Ortiz, 1972, pág. 24).

Vida y lucha pacífica

Genaro Vázquez Rojas nació un 10 de junio de 1931 en San Luís Acatlán Guerrero. Su padre, Alfonso Vázquez, fue un líder campesino que llevó a Genaro desde chico a las asambleas de ejidatarios.

Estudió en la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en el municipio de Tixtla Guerrero. Se graduó de la Escuela Nacional de Maestros en el Distrito Federal, donde fue líder de la Sociedad de Alumnos. Estudió leyes durante cuatro años en la Universidad Nacional Autónoma de México. A partir de 1957 se desempeñó como profesor en la ciudad de México y participó activamente en el movimiento magisterial por mejores salarios e independencia sindical. Durante el tiempo que estudió en la capital y mientras ejerció su profesión, jamás perdió contacto con los campesinos de Guerrero.

En 1957, en Guerrero, tomó posesión de la gubernatura el General Raúl Caballero Aburto, cuyo gobierno se caracterizó por la corrupción, la intransigencia y la represión brutal para con toda disidencia u oposición política.

En 1959 Genaro deja para siempre el magisterio y se aboca a la lucha en defensa de los campesinos. En ese año, participa en la constitución de la Asociación Cívica Guerrerense (ACG) que se forma de la unión de varias organizaciones de productores agrícolas para luchar en contra de los bajos precios que las compañías norteamericanas pagaban por sus productos.

En 1960, ante los abusos y corrupción del gobierno de Caballero Aburto, los “cívicos”, como son llamados los miembros de la ACG, plantean a la sociedad la posibilidad de exigir la desaparición de poderes en el estado y la investigación, por parte de instancias federales, de los delitos del gobierno.

En octubre de ese año, dos sucesos desencadenan la movilización popular que será de inmediato guiada con éxito por los cívicos. Por una parte, comienza una batalla de intrigas políticas entre Caballero Aburto y el entonces alcalde de Acapulco, Jorge Joseph Piedra, quien será finalmente destituido de su cargo el 21 de noviembre. Por otra, el 21 de octubre estalla la huelga en el Colegio del Estado, máxima casa de estudios de los guerrerenses. Los estudiantes piden la destitución del director de la institución, Alfonso Ramírez Altamirano, y la reforma de los estatutos vigentes.

Ese 21 de octubre, como era de esperarse, Caballero Aburto desplegó de inmediato a las fuerzas policíacas y militares. Ante la presencia del ejército, cientos de ciudadanos se dieron cita frente a la casa de estudios en Chilpancingo, en apoyo a los estudiantes. Para el 23 de octubre cuando Aburto mandó a sus representantes a buscar el diálogo con los huelguistas, el pueblo, instigado por los cívicos, exigía ya la desaparición de poderes en el Estado.

El 30 de octubre los cívicos se instalaron frente al Palacio de Gobierno (en una forma de protesta que se conocería como “paradas cívicas”) y comenzaron una jornada intensa de agitación con altavoces que duró todo ese día y su noche. Por la madrugada del día 31 fueron desalojados por el ejército y se refugiaron en el kiosco del jardín Nicolás Bravo, donde continuaron con la agitación hasta el 4 de noviembre en que fueron nuevamente desalojados de forma violenta. A partir de ese momento se instalaron frente a la huelga de los estudiantes. Mientras esto ocurría en Chilpancingo, los cívicos hacían agitación por distintas partes del Estado, sobre todo en Iguala y Atoyac de Álvarez.

El 20 de noviembre una manifestación de entre 10 y 15,000 personas en Chilpancingo pide la desaparición de poderes en el Estado. En Acapulco, el día 21, Joseph Piedra es restituido en su cargo por un gran grupo de manifestantes, para ser, ese mismo día, destituido definitivamente por el cabildo.

A pesar de las manifestaciones multitudinarias por todo el estado, la Cámara de Diputados, en sesión de emergencia, resuelve no desconocer los poderes locales. El desánimo, a partir de ese momento, cunde en los distintos frentes. Muchos claudican, pero Genaro emprende una gran campaña de reorganización.

El 30 de diciembre, mientras el jefe de la ACG se ocupaba en la costa grande de la organización de un contingente para marchar a la ciudad de México, en Chilpancingo el 27 Batallón dispara contra el pueblo desarmado en la alameda Granados Maldonado, frente a la Universidad tomada.

Ante el escándalo internacional ocasionado por la masacre, el Senado de la República declaró desaparecidos los poderes del estado el 4 de enero de 1961. Para el día siguiente, 5 de enero, se designó a Arturo Martínez Adame para terminar el periodo.

Los detenidos fueron puestos en libertad y Genaro comenzó a hacer gestiones para la solución de los graves problemas de los campesinos cuya desatención había, en parte, causado el movimiento contra Aburto. Se encontró con las mismas negativas.

En 1962 la ACG impulsa la candidatura independiente de José María Suárez Téllez para gobernador del Estado y las de varios candidatos a las alcaldías de los ayuntamientos. Las elecciones transcurren de la manera habitual en México: coerción, robo y manipulación de urnas, acarreos, etc. Además, los votos logrados por los cívicos son desconocidos incluso donde sus candidatos, a pesar de todo, habían obtenido la mayoría. Es impuesto Raimundo Abarca Alarcón como gobernador. El 30 de diciembre los cívicos, encabezados por Genaro Vázquez, se manifiestan frente el Palacio Municipal de Iguala, que permanece tomado por el ejército. En la madrugada del día 31 la policía y los militares disparan contra los manifestantes en lo que se conoce como “La matanza de Iguala”, pretextando que los cívicos intentaban tomar la Presidencia Municipal. Los candidatos de la ACG son detenidos. Genaro es señalado como instigador de la revuelta y acusado de asesinar a un policía. Se ve forzado a dejar el Estado y vivir en la clandestinidad.

Entre 1963 y 1966 Genaro viaja por varios estados de la república, trabaja como jornalero en Sinaloa y Sonora y funda la Central Campesina Independiente (CCI).

En 1966, al frente de la ACG y bajo el acoso del aparato represivo del Estado, logra la unificación de distintas organizaciones en un frente de lucha: el Consejo de Autodefensa del Pueblo, cuyo programa es el de los siete puntos, adoptado con antelación por la ACG y que aquí reproducimos:

  1. Por la libertad política, que implica la salida del gobierno de todos los caciques y el advenimiento de un régimen popular de obreros, campesinos, intelectuales patriotas y estudiantes; así como el implantamiento de las libertades democráticas conculcadas por el actual régimen.
  2. Por la planificación científica de la economía, a fin de aprovechar al máximo nuestros recursos naturales, teniendo como meta dar mejores condiciones materiales y culturales de vida al pueblo.
  3. Por el rescate de la riqueza minera en manos de empresas imperialistas de Norteamérica.
  4. Por el respeto de la vida política sindical interna, la efectividad y ampliación de los derechos obreros.
  5. Por el reparto de los latifundios y el rescate de las riquezas madereras en manos de rapamontes insaciables y la entrega de las mismas a sus dueños los campesinos.
  6. Por la aplicación de la Reforma Agraria Integral y el impartimiento de las prestaciones y servicios sociales a toda la población.
  7. Por la alfabetización y el desarrollo cultural del pueblo.

Está de más observar que, punto por punto, este programa sigue siendo vigente hoy, a más de 40 años de que fuera planteado.

El 11 de noviembre de ese año (1966), Genaro es aprehendido a las puertas de la CCI en la ciudad de México. De inmediato es trasladado a Chilpancingo y luego a Iguala, donde es condenado a 40 años de prisión por los delitos de subversión, disolución social, homicidios tumultuosos y lesiones.

En 1968 se forma el primer comando armado de la ACG que, el 22 de abril de ese año, libera a Genaro de la prisión en un exitoso asalto contra la escolta que trasladaba al líder de la ACG del Centro de Salud a la cárcel de Iguala. A partir del rescate, se inició una persecución de varios días por la sierra para re capturar a Genaro. En una emboscada que les tendió el ejército murieron dos de los camaradas que participaron en el asalto, Roque Salgado Ochoa y Filiberto Solís Morales. En honor a ellos, el hijo menor de Genaro llevó el nombre de Roque Filiberto Vázquez Solís.

Los esfuerzos de las fuerzas federales y locales por atrapar a los fugitivos resultaron inútiles ya que estos contaban con el apoyo incondicional de los campesinos pobres de la sierra guerrerense. Una vez en la montaña, Genaro, ya convencido de que no quedaba otro camino que el de las armas, se dio a la tarea de organizar la guerrilla. La ACG se convirtió desde entonces en la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR).

La guerrilla.

No se sabe a ciencia cierta la cantidad de integrantes que llegó a tener la ACNR, pero esta contaba con un gran apoyo de los campesinos, quienes, a pesar del acoso y las vejaciones que sufrían por parte del ejército, nunca denunciaron el paradero de la guerrilla. También contó con muchos simpatizantes y colaboradores en el Distrito Federal, Chilpancingo e Iguala, principalmente.

Por los comunicados de que se dispone, podemos saber que la ACNR contó, por lo menos, con tres comandos armados: el “Gral. Juan Álvarez”, el “Gral. Emiliano Zapata” y el “Gral. Vicente Guerrero”. Las armas las obtenían por intercambio, de traficantes de drogas que las traían del extranjero. El financiamiento procedía de los actos de expropiación que se realizaban contra la burguesía nacional, como asaltos y secuestros de ricos empresarios. El lema de la ACNR, que aparecía en los comunicados es: “Lograr la liberación de México y una patria nueva o morir por ella”.

La ACNR se hizo responsable de un asalto bancario, del intento de asalto a una camioneta de valores (en el que fuera aprehendido Florentino Jaimes), del secuestro del banquero Donaciano Luna Radilla y del famoso secuestro del concesionario de la Coca-Cola en Guerrero y, por entonces, rector de la Universidad del Estado, Jaime Castrejón Díez, por cuya liberación se obtuvieron dos millones y medio de pesos y la liberación de nueve presos políticos que se refugiaron en Cuba, donde pudieron salvar la vida.

Castrejón Díez fue secuestrado un 19 de noviembre de 1971 y liberado el 1 de diciembre. Al día siguiente de la liberación, 2 de diciembre de 1971, el gobierno federal desplegó 3,000 soldados para que capturaran a los rebeldes. Sin embargo, no pudieron dar con ellos gracias, otra vez, al apoyo que recibían de los pobladores de la sierra.


Sobre su pensamiento.
Genaro Vázquez Rojas nunca fue un hombre de sangre. Ni siquiera fue un hombre que creyera fundamentalmente en la violencia como la mejor o la única vía para darle el éxito a su lucha entrañable y generosa que él apoyó siempre en el amor. […] –siempre, hasta la madrugada de su injusta muerte, los libros le significaron armas más penetrantes que las metralletas–(Ortiz, 1972, págs. 42-43) escrito por  Humberto JuradoGuízar.

Genaro fue un hombre culto y sensible. En una etapa de su vida creyó que los problemas históricos de su pueblo podían solucionarse por la vía pacífica. Sin embargo, tras muchos golpes a aquella convicción, al no recibir de las autoridades nunca respuesta favorable y siempre represión, se convenció de que la vía pacífica estaba clausurada. No podía ser de otra forma, pues los gobernante entonces, como ahora, eran llevados al poder por la oligarquía y sólo a ella servían.

Genaro Vázquez fue un revolucionario que entendió a cabalidad su papel como tal. Durante su lucha armada rompió con el Partido Comunista Mexicano por su actitud conciliadora con el régimen y con la CCI porque sus líderes se volvieron en oportunistas. Como hombre congruente que era, su transitar por la vida política estuvo marcado por los rompimientos con organizaciones y compañeros que paulatinamente fueron perdiendo el rumbo revolucionario ante la presión, la intervención estatal o la claudicación por intereses personales. Al mismo tiempo, fue estrechando cada vez más los lazos  que lo unían con el pueblo honesto y humilde en aras del cual entregó todo y del que recibió gratitud y apoyo verdadero en su lucha pacífica y armada.

Sus convicciones eran profundamente marxistas. Sin asumirse como pro-soviético, pro-cubano ni pro-chino, aseguraba tomar como guía y motivación las luchas históricas de estos pueblos por su liberación; se dice que el día de su muerte llevaba entre sus pertenencias el libro rojo de Mao.

Se esforzó siempre por hacer entender a los demás que la injusticia, el despojo y la corrupción no son atributos inherentes a la vida en sociedad, sino que son enfermedades o desviaciones de lo que debería ser una vida social digna y humana.

Cuando uno está allá en su pueblo en la Costa Chica, o allá arriba en la montaña, y no ha visto otros mundos, todo esto no le llama la atención y uno cree que eso y nada más es la vida. Pero cuando uno va a México a la escuela y observa otras formas mejores ¡gravemente mejores! y va entendiendo poco a poco que las diferencias no son naturales, sino que obedecen a una deformación de la sociedad, entonces uno entiende la injusticia.(Ortiz, 1972, pág. 43).
[…]Sí compañero: que aprendan bien. Porque aprender es lo que les falta a los guerrerenses, a todos los mexicanos, para no seguir siendo pisoteados. Cuando el pueblo aprenda, los que gobiernan van a entender que esto no puede seguir así, que la injusticia no puede permanecer para siempre. ¡Ellos tienen que entender!(Ortiz, 1972, págs. 43-44).

Fiel a sus ideales, nunca claudicó. Sólo la muerte lo apartaría de su lucha por una patria liberada.

[…]¿Tú crees que a mí me va a gustar dejar a mi vieja y a mis hijos abandonados? Pero cuando uno nace tiene que saber para qué pues nace. Vivir nomás por vivir, nomás para ti, carece de sentido. ¡Sirve para algo! Y yo creo que servir para que este pueblo nuestro despierte, para que se dé cuenta de todo lo grande que puede ser, es servir para algo. […](Ortiz, 1972, pág. 48).

Su muerte

Un gran misterio rodea la muerte del comandante Genaro Vázquez. En la madrugada del 2 de febrero de 1972, el auto en el que viajaba, junto con el segundo al mando de la ACNR José Bracho Campos y otros tres camaradas, se estrelló contra el alerón de un puente en la carretera México-Morelia. Según la versión oficial, murió en el hospital de Morelia por fractura en el cráneo debida a la contusión sufrida en el choque. Sin embargo, quienes viajaban con él aseguran que sus heridas no eran de gravedad y que lo más probable es que los soldados, al conocer su identidad, lo ultimaran ahí mismo o lo dejaran morir.

El 3 de febrero la noticia de su muerte era ya conocida en todo el país. Ese día, sus restos arribaron al pueblo que lo vio nacer en 1931. Por la tarde, alrededor de 150 estudiantes marcharon por las calles de Chilpancingo lanzando vítores en su nombre. Fue sepultado el día 4 en su pueblo natal ante una concurrencia de más de 2,000 personas.

José Bracho Campos fue atrapado, maltrecho por el hambre y con una herida en la cabeza, unos días después del accidente en la sierra michoacana. Así, la ACNR perdía a sus dos comandantes principales en la misma tragedia.

Bibliografía

Illades, Carlos. (2000). Breve historia de Guerrero. México: Fideicomiso Historia de las Américas, CM y FCE.

Juárez, Justino. (2004). Mira paisano, esto no tiene otra salida. Recuerdos de la lucha con Genaro Vázquez, Entrevista a Florentino Jaimes. En: Revista REBELDIA, número 15, enero de 2004. pág.

Ortiz, Orlando. (1972). Genaro Vázquez. México: Editorial Diógenes.

Peláez, R. Gerardo (n.d.) 30 de diciembre de 1962. La matanza de Iguala, Recuperado el 23 de enero de 2013 en  http://www.uom.edu.mx/rev_trabajadores/pdf/64/64_Gerardo_Pelaez.pdf

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